jueves, 8 de agosto de 2019

Al alba




Los lobos aúllan
en la cueva del tiempo
y marcan el compás
del crepúsculo.
El bosque se abre
para las niñas perdidas
y las brujas preparan
sus akelarres.
No hay miedo ahí.
El miedo ha desaparecido.
Solo frondosidad.
Solo clorofila fresca
y rocío de la mañana.
Un viajero lleva una carta.
Pasará.
No escuchará las sirenas
del lago porque saben 
que el mensaje debe llegar.
Hay mensajes pequeños
que salvan mundos.
Nosotras aquí lo sabemos
por eso rezamos el Angelus
cada alba.
Por eso las sirenas callarán.