sábado, 23 de junio de 2018

Bajé a las catacumbas




Bajé a las catacumbas 
del curso y del discurso 
de los pobres 
y le vi las costuras 
al cielo de la tormenta.

¿Acaso tenía otra opción
en el palpitar de la noche
eléctrica, oscura,
que descender
a los infiernos de la aurora?

Ahora se vislumbra
la música de un arpa 
sedienta de lago
mientras los nenúfares 
se balancean en las orillas 
y los niños ríen las bromas 
de sus cuidadoras.

Quizás todo siga igual 
-o muy parecido-
pero los rizos versátiles
de los puentes y los días 
amanecen ya calmos.

Quizás el viento se atreve
a susurrar un 
todavía no está
todo en su sitio,
todavía queda la espera,
pero el cubrecamas de la mañana
anuncia bienvenida y sol.

Por eso mejor lo cotidiano.
Lo cotidiano y el recuerdo
de lo que fue 
para estar prevenida
ante la formación
de la borrasca y el advenimiento
de un nuevo granizo.

El devenir es alternancia
y el sueño de un masai
con capa roja sagrada.

(*) Dibujo de Gertrudis Losada Alva.

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