La luz es revelación.
La luz es para ser vista.
La luz debe penetrar en el espíritu.
No sirve la luz aprendida
de memoria.
La luz no es el pecio de un naufragio,
aunque necesite la previa oscuridad
para ser vista.
- Para ser vista -
Para ser vista la luz se hace,
se alza y puede hasta descender
como lengua de fuego
hasta el centro mismo del pecho.
Puede estar ausente por mucho tiempo
pero tarde o temprano
-no desesperes, o desespera
todo-
la luz se hace,
sobre ti, para ti,
y entonces ella te ve
y consigue que tú la veas.
La luz siempre está agazapada,
a la espera,
puede ser incluso algo tan diminuto
como una chispa
o un chispazo
y de pronto enciende,
prende en el alma.
Es así la luz para ser vista:
explota en los sentidos,
quemando la yema de los dedos,
haciéndose sinestesia en la mirada,
una revelación de lo que será la vida
al final del túnel.
Una revelación en sí misma.
Barcelona, 9 de septiembre de 2019
Natalia Fernández Díaz-Cabal y Laura Freijo Justo.
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