Era la época de los sueños
grandes y ligeros
como las plumas
de la inmortalidad.
Era la época de la invulnerabilidad
cuando nuestros cuerpos
retaban la magnanimidad
de los dioses.
Era la época de la eternidad
más elevada que los versos
de lxs poetas
más incólumes que el despertar
de las musas.
Era entonces la época
de la luz provocada
por incendios de almas
tendidas al sol de la iluminación.
Ardí con la voluptuosidad
de un brote de primavera
y mis alas se extendieron
hasta traspasar el límite
de almohadas y umbrales
escritos por otros seres
en el firmamento
de lo inalcanzable.
¡Ah, qué hermosura
disipándose en el borde
de unas gotas de lluvia
y renaciendo cada mañana!
Después tuve que regresar.
Las calles de Nueva York
recién salidas de una vida soñada
fueron mis testigos.
Nada volvió a ser igual.
Nada es igual.
Ahora todo queda lejos.
He ido siendo otra
a través de mí misma.
Esta mañana muere
esa nostalgia.
Esta mañana nace
una hoja nueva.
Caen murmullos.
(*) Fotografía con Àngels Aymar y Laura Freijo en Nueva York en mayo de 2001 durante el Ir Intercanvi Internacional d'Autores promovido por Projecte VACA. Presentaron Magnolia cafè y La vida soñada, respectivamente, en la Sala The Players.
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