A
mi padre,
que allí donde esté
le dejen tocar la armónica
y
cantar fandango y copla.
Papá, canta, canta
los cuchillos están ya afilados.
Todos menos uno.
Una tristeza lágrima se me atraganta
y pareciera ahora tristeza piedra,
ahora que mis ojos se secan.
Largo caminar yermo
en el que no veo
la luz antorcha
ni huelo
la mecha esperanza.
Mínima vida.
Mínimo todo a lo que no me acostumbro.
Creí que las montañas
hacían posibles los horizontes.
Tu ausencia, papá,
es raíz cortada, grito silenciado,
hiedra derramada en el muro tiempo.
Aún tu recuerdo.
Aún mi nombre en tu voz.
Aún tu recuerdo.
Aún mi nombre en tu voz.
Sin ti, la piedra no puede afilar
el cuchillo que mata la pena.
Papá, canta, canta
aquí solo rumor de río y lluvia.
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