Han vuelto las rosas a crecer
en el jardín.
Sí, ya sé de sus espinas,
pero ¿acaso hay belleza
sin rastro de dolor?
Entra la vida por la ranura
de la ventana
y hoy el trinar de los pájaros
llega desde los cables
donde están posados,
parlamentando.
Fuera, en el otro lado,
hay un mundo que se derrumba.
Morir forma parte del trato.
¿A quién se le ocurrió
soñar con la eternidad
sempiterna de la materia?
Si para ti Dios no existe,
si no ves el milagro entre las flores y el detritus,
si las montañas no las cantas sagradas,
si la venda que llevas en el alma no te deja respirar,
si el miedo agita tu monstruo,
no importa;
aquí o allá,
algún día
despertarás.
Pon tu mano en el tallo de la rosa
y aprieta con fuerza.