El
principio que guía al guerrero es el de mostrarse y elegir estar
presente. El guerrero maduro muestra honor y respeto por todas las
cosas, emplea la comunicación juiciosa, establece límites y
fronteras, es responsable y disciplinado, demuestra un uso correcto
del poder y entiende los tres poderes universales.
Las
cuatro sendas del chamán, Ángeles Arrien
El
guerrero sabe que mejor
caminar
hacia el horizonte
que
luchar en el campo de batalla.
Sabe
del valor que tiene la semilla
al
germinar la tierra
y
alzarse digna hacia el futuro
del
ser.
Sabe
que la belleza
duele
en exceso si procede
del
crepúsculo del horror
y de la
miseria de la crueldad.
El
guerrero cuenta
con
sus manos
con
su latir
con
su instinto
con
sus pies endurecidos
por
los incansables pasos
con
sus poemas no escritos
y
sin embargo
siempre
preparados
y con el territorio inabarcable
que
guardan la generosidad
y la
clarividencia de los maestros
de las leyes invisibles.
El
guerrero canta a la luna
a
las mareas a las grietas
a la lluvia al animal
y a las estaciones;
también
al tiempo impertérrito
y al
tiempo bendito
y se
entrega al final de los días
de
buen grado
pues sabe
que ese
es el último requisito
de
su misión.
Sabe
que el último tránsito
entre
umbrales
-si
ha sido fiel a sus principios
e
impecable ante el latido
de
su corazón-
será
propicio, fácil
y de
esperanza
tanto propia como ajena.