lunes, 2 de julio de 2018

AMARGURA DE TROPELES CELESTES




Sin entender la amargura
bebí licor de cerezas.

El cielo abría su zenit
a rayos y relámpagos.

Se cuenta que Caín
todavía remataba a Abel.

La lava de los volcanes
fulgía en el horizonte
mientras los incendios 
devoraban bosques
y alimañas.

Sin entender la amargura
bebí en la tinaja de la ignorancia 
recitando una plegaria
que calmara a enfermos,
tullidos y otros lisiados
de cuerpo y alma.

Todavía no era la guerra.
Todavía no y no hizo falta.
Dios envió su ejército 
y nuestros ojos se rindieron
al estruendo.

Sin entender la amargura
todo sabía a la amarga
ceniza del tiempo sacrificado.

Ahora miro atrás 
y aquellas huellas 
llevan el nombre
de una advertencia:

- Para volver a empezar 
es necesario saber finalizar.

Suerte del viento
que todo lo oxigenó 
y ayudó a los Ángeles
en la árdua tarea
de abrillantar bondades 
que compensaron 
la zafiedad reinante.

Se cuenta que Caín
está arrepentido
y Abel ha revivido.

(*) Dibujo 'Envidia' de Gertrudis Losada Alva.