miércoles, 18 de noviembre de 2020

A la vida le agradezco

 


Vengo de una época

en que mi abuela

me llevaba con ella al monte

para que pastaran las vacas

y al huerto para regar;

y sacaba una zanahoria

de la tierra, la lavaba

en el pozo y me la daba

para que la comiera.


Quizás por eso me emociona

el discurrir del agua del río,

el vuelo majestuoso de las urracas,

los saludos locos de los perros

que leen mi aura

e incluso la bofetada del viento

que despierta cualquier ensimismamiento

que pueda provocarme absentismo

en mi caminar.


A la vida le agradezco muchas cosas

pues veo más fortuna que golpes

en mi biografía y los golpes los considero

parte del trato,

del recitar de mi cuerpo

en el pentagrama

de lo que me ha sido dado;

así que, puestas a admitir

ensanchamientos de entendederas,

los golpes me han enseñado

bastante más que las caricias,

aunque, por supuesto, los unos sin las otras

hubieran afeado el paisaje superficial.


A la vida le agradezco, por ejemplo,

tener pueblo, y no uno, sino tres.

Un privilegio que honra todas mis raíces.

Flariz de Monterrei, Santa Coloma de Gramenet

y Santa Maria de Palautordera

son lugares a los que volver

a tocar origen, historia, sintonía

con el refugio necesario

que impone a veces el vivir

por obligación y no por libertad de acción.


Le agradezco la familia

que me causó bondades y los traumas

que mi carácter precisaba

para encarar el camino en el que todavía

estoy y para el que sigo preparándome.


Le agradezco las amistades

que vinieron para quedarse

como manos con las que guiarse

en la oscuridad de los huecos del alma,

y las amistades que se fueron,

porque dejaron espacio para las nuevas

que van llegando.


Todo fluye y nada es eterno

hasta el traspaso.


Le agradezco las lecciones amargas

y todas mis experiencias malogradas

porque mi espíritu es navegante

que despliega sus velas

a partir de las tormentas.


Pero sobre todo a la vida le agradezco

despertar cada mañana

con el corazón henchido de esperanza

después de haberla perdido

durante mucho tiempo.


Por eso, amiga, amigo, lector, lectora,

tú que ahora recorres estos versos,

me permito la osadía de un consejo:


- Pase lo que pase, agradéceselo a la vida.

Si sobrevives, aprendes a vivir.



Santa Coloma de Gramenet, martes-miércoles, 17-18 de noviembre de 2020.



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