Vengo de una época
en que mi abuela
me llevaba con ella al monte
para que pastaran las vacas
y al huerto para regar;
y sacaba una zanahoria
de la tierra, la lavaba
en el pozo y me la daba
para que la comiera.
Quizás por eso me emociona
el discurrir del agua del río,
el vuelo majestuoso de las urracas,
los saludos locos de los perros
que leen mi aura
e incluso la bofetada del viento
que despierta cualquier ensimismamiento
que pueda provocarme absentismo
en mi caminar.
A la vida le agradezco muchas cosas
pues veo más fortuna que golpes
en mi biografía y los golpes los considero
parte del trato,
del recitar de mi cuerpo
en el pentagrama
de lo que me ha sido dado;
así que, puestas a admitir
ensanchamientos de entendederas,
los golpes me han enseñado
bastante más que las caricias,
aunque, por supuesto, los unos sin las otras
hubieran afeado el paisaje superficial.
A la vida le agradezco, por ejemplo,
tener pueblo, y no uno, sino tres.
Un privilegio que honra todas mis raíces.
Flariz de Monterrei, Santa Coloma de Gramenet
y Santa Maria de Palautordera
son lugares a los que volver
a tocar origen, historia, sintonía
con el refugio necesario
que impone a veces el vivir
por obligación y no por libertad de acción.
Le agradezco la familia
que me causó bondades y los traumas
que mi carácter precisaba
para encarar el camino en el que todavía
estoy y para el que sigo preparándome.
Le agradezco las amistades
que vinieron para quedarse
como manos con las que guiarse
en la oscuridad de los huecos del alma,
y las amistades que se fueron,
porque dejaron espacio para las nuevas
que van llegando.
Todo fluye y nada es eterno
hasta el traspaso.
Le agradezco las lecciones amargas
y todas mis experiencias malogradas
porque mi espíritu es navegante
que despliega sus velas
a partir de las tormentas.
Pero sobre todo a la vida le agradezco
despertar cada mañana
con el corazón henchido de esperanza
después de haberla perdido
durante mucho tiempo.
Por eso, amiga, amigo, lector, lectora,
tú que ahora recorres estos versos,
me permito la osadía de un consejo:
- Pase lo que pase, agradéceselo a la vida.
Si sobrevives, aprendes a vivir.
Santa Coloma de Gramenet, martes-miércoles, 17-18 de noviembre de 2020.
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