Llegará
la primavera
y
engendrará luciérnagas
serán
mayo azul
y
junio verde en las heras
camineramos
juntas
-sin
mezclarnos-
sudadas
-sin marearnos-
-sin marearnos-
pero
con oleaje interno
y
tras unos cuantos pasos
-quizás
saltos en densidad de las estrellas
o
en la profundidad de los bosques de luz-
podremos
plantar una raíz nueva.
Cimientos
invisibles entonces
sostendrán
la esperanza
en
el silencio de la noche
y
los huéspedes del mal
se
extinguirán en pequeñas terrazas
al
sol donde se seca la ignominia
de
las manos manchadas de sangre.
Sí,
llegará abril con su lluvia
ardiente
y las nubes proclamarán
la
firma mojada de un renacer,
de
un amanecer anaranjado
respuesta
de la ausencia de espejo,
latir solo de los corazones
que
aún se sueñan ultraligeros,
firmamento donde subyacen
los no-deseos equilibrados.
los no-deseos equilibrados.
Después
nos despojaremos
del
ruido de nuestra sombra
y
al estar libre,
nosotras,
frágiles en el horizonte,
inquebrantables
en la memoria,
regresaremos
a nuestra torre vigía,
la
misma que desde ayer alumbra
la
mirada del presente.
Sí,
sí, sí, llegará la primavera
ausencia
de frío y espuma nueva
que
engendrará luciérnagas
para
seguir andando el camino,
cubriendo
de amor las tumbas
de
nuestros antepasados
y
escribiendo un nuevo género
humano,
el
de las almas flotantes
la
palabra fiable
y
los versos volátiles.
Sí,
llegará la primavera
y
encenderá la senda de la paz
y
el discurso del corazón.
Al
fin, el movimiento encadenado
nos
trascenderá.
BSO, Chandelier, de Sia
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