jueves, 3 de marzo de 2016

Apuntes para un manifiesto de l@ artista



Sueño y aceptación
inseparables
para el proceso
creador
y para la formación
del artista.

Sueña alto, disfruta,
caéte, obtén criterio,
aprende a pensar,
levántate, agítate,
contamínate, límpiate,
vuelve al campo de juego,
mira lo hecho y acéptalo
sin conjunciones adversativas.

Ni externas.
Ni internas.

Ya lo haré mejor.
Ahora estoy aquí
y esto es lo que hago
está bien aunque esté mal
pues estar en el camino
del aprendizaje
es partir de esta casilla.

Soy lo que soy.

A veces coincide con lo que hago.
A veces no.
Porque siempre soy lo que soy.

Sírvete de la ilusión como inicio
descártala como guía
pues la ilusión ciega.

Escucha las huellas
de tu intuición.

Sé seria, muy seria
en el trabajo.

Permítete también el conocimiento
estático y el de después del desarraigo.

Confía siempre en la opción espontánea
y si la claridad te lleva
que no te importe ser isla dentro
de un archipiélago en tormenta
pues los mástiles rotos
acostumbran a salvar a los náufragos
de los navíos hundidos.

Tras la lucidez
vuelve a la escucha,
lo más insignificante
puede ser portador
del sentido último.

Conformarse con poco
cuando se ha visto
tocado el horizonte
es falta de riesgo.

Atreverse a fracasar
a tropezar
es la garantía
que tienen la vida y el arte
para continuar latiendo.

Desconfía del halago
vacío y agradece la compasión
de las voces discordantes.

Al final, amiga, amigo,
todo es fugaz
lo único que permanece
es el eco de nuestra alma
abriéndose paso en la eternidad.

Sé rematadamente clásic@
Sé rematadamente modern@
Sé sé sé sé sé rematadamente
efímera para ser eterna.

Nuestro legado es ese eco.
Esa estela de lo intangible.

El arte que nos hace libres
tiene ese don de ligereza.

En la memoria
conviven recuerdos y olvidos
a partes desiguales:
úsate y descártate
en igual desmedida.

La única justicia que encontrarás
en tu andar como artista
será la satisfacción de haber sido fiel
a ti misma.

Esa tranquilidad última
que nada tiene que ver
con el ego, el narcisismo
o un sentido obsoleto
de superioridad,
es lo que tu obra
sabrá hacer llegar.

El tiempo y solo el tiempo
es el rey de la corte
que has escogido gobernar.

Y aunque jamás alcanzarás
al gran creador, a la gran diosa,
nunca imagen y semejanza
serán bendecidas con el amor
que supone engendrar belleza
en este mundo de pasiones
sangre, tortura y desequilibrio,
como cuando al rubricar una obra
la entregues generosa
a la humanidad
y eches a andar.

Otra vez.

Siempre.



Santa Coloma de Gnet. 28 de febrero de 2016


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